viernes, 12 de abril de 2013

Complejidades del ser

Debo reconocerlo. Nunca me he interesado por conocerme a mí mismo, ni explorar y desentrañar ese aspecto abstracto que define mi existencia. Siempre que lo intento me encuentro con un sinfín de inefables e inacabables pensamientos que al final me indican, que la esencia de lo que soy, radica en lo que soy, lo que soy y no creo que soy, lo que no soy y creo que soy.

¿Pero quién soy? No. Aún no lo comprendo.

El último día en el pueblo



Introduzco mi mano en una bolsa negra: y cierro los ojos. Los abro. Es una mañana de lluvia tierna que al caer sobre el techo de zinc arrulla el espacio. Rayos de sol, que se cuelan entre las nubes, llegan a mi memoria y evoco esos dulces recuerdos del lugar bendito donde me crié, de ese pueblito que nunca olvidé pero que nunca recuerdo.

Me asomo al frente de mi casa. Me encuentro con el color de la tierra mojada y el río, que con sus aguas color panela, pasa apresurado y arrastrando pedazos de madera. Estoy de vuelta al castillo del cielo azul, ahora tengo cuatro años.

Lamento de un estigmatizado


Desde lo más bajo de las alturas. Yo soy aquel que ha sido destinado por la historia a ser el enemigo del ser humano. Ese ser considerado despreciable, que habita en lugares recónditos, fríos y oscuros. A veces en selvas, también en desiertos, vivo en árboles, en la tierra y a la vez soy acuático.